miércoles, 1 de febrero de 2012

IDENTIDAD

                                                     

                                                IDENTIDAD


Hemos escuchado muchas veces hablar de que no tenemos identidad, o que somos un país sin identidad cultural. De allí que me parece acertada la idea de reflexionar, analizar o cambiar opiniones al respecto.
Si consultamos un diccionario, nos encontramos con que Identidad proviene del Latín tardío “Identitas” y su significado es: Calidad de idéntico. Cálculo de identidad. Filosofía de la identidad o Principio de identidad. Esto último está relacionado con nuestra filiación, es decir: el seno familiar, lugar de nacimiento, medio social, etc.
El Reverendo Padre extinto, Dr. Juan Antonio Manya Ambur,  ex – Presidente de la Academia Mayor de  la Lengua Quechua o Runa Simi del Qosqo – Perú, en un trabajo publicado en junio de 1988, impreso en la Editorial  LA AMISTAD de aquella ciudad,  nos hablaba sobre el tema que nos ocupa.
Si yo me pregunto quién soy, diría: Soy docente, agricultor, operario, artesano. Profesional, etc. También podría afirmar: Soy Santiagueño, Argentino, Tawantinsuyano,  americano etc.  O quizás podría decir: “ Soy católico, ortodoxo, puritano, etc.”  Todos estos adjetivos me están identificando con lo que soy. En realidad hay muchas maneras de identificarnos y también existen verdaderos símbolos de identidad. Tal como decía el Padre Manya Ambur.
Entre estos símbolos, hay algunos que tienen una real importancia como la apariencia personal. Por ejemplo, la ropa es todo un idioma para indicar nuestra identificación social, nuestra profesión y aún nuestro carácter, - conservador, aventurero, progresista, alegre, simpático, amargado o tímido etc. También el modo de hablar,  expresarse o comportarse.




Hablábamos de la ropa: El delantal o guardapolvo blanco en los niños nos dicen que son colegiales, en los jóvenes y mayores, nos dice que son maestras, maestros, enfermeras o médicos. De la misma manera el uniforme que utilizan los chicos de otros colegios,  el uniforme policial o de las Fuerzas Armadas.
En el modo de hablar, por la tonada nos damos cuenta que nuestro interlocutor es Cordobés, Riojano, Tucumano, Porteño, Correntino, Paraguayo o Boliviano. 
El Padre Manya nos da otro ejemplo: “El médico dice: Tiene una pequeña lesión en el fémur. Y el común de nosotros puede decir, se lastimó el hueso del muslo”.  Por otra parte decimos: Lo operaron de apendicitis. Mientras el Profesional dice: Se le practicó una apendicetomía. La terminología médica lo distingue de los no médicos.
El docente habla de didáctica, pedagogía, trabajos curriculares, E.G.B. etc. Lo acredita como tal frente a los alumnos, padres o el medio donde desarrolla su actividad.
Podríamos citar infinidad de ejemplos. La vestimenta del criollo nos dice si es sureño, norteño o del litoral. El poncho rojo nos delata al salteño. El marrón con listas de colores al santiagueño, tucumano o cordobés. El poncho pampa, a las regiones  patagónicas.
A  la  Identidad se la define también como “ pertenecer a…”  o  “ ser parte de…” y en cuanto a “ cultura ”  hay varias definiciones como;  cultivar la inteligencia,  y al decir de mi amigo Plácido Eirale, “ algunos coinciden en que es, el sentir, pensar y actuar característicos de un grupo que se distingue de los demás.”
“La identidad nacional Argentina será entonces su propia cultura. Además la cultura es como la personalidad del conjunto cuyas raíces se funden en todo nuestro antepasado”.  Como un árbol que nace, se desarrolla y luego sus gajos  se diversifican como representando las diferentes manifestaciones que florecen y fructifican para el bien común.



Plácido Eirale, en un pequeño opúsculo titulado “ El Cosmos, la Vida y el Hombre” entre otros conceptos dice:  “Podríamos definir la identidad con la idea de pertenencia a una cultura o a un grupo con pautas culturales definidas. El grupo puede ser una nación grande o pequeña, como las etnias aborígenes de nuestro territorio o cualquiera de nuestra América.  No basta pertenecer a un grupo, sino que, antes que nada,  hay que estar en concordancia con sus tradiciones y pautas culturales, incluso con el medio geofísico o sea el paisaje”.  La identidad es fundamentalmente un hecho de amor, amor a la familia, al pueblo que nos vio nacer, al medio social, amor a lo que heredamos como legado de nuestros antepasados. Y en esto,  no solo la Escuela tiene el sagrado deber de fijar estos principios, si no también la familia, la sociedad y las autoridades en su conjunto, serán los responsables de velar por una identidad cultural.
En estos tiempos notamos que esa identidad está en crisis.  Más aún, en parte la hemos perdido. Hay infinidad de factores que contribuyen  a la pérdida de identidad. Es más notorio en la Capital Federal de nuestro país  y en las grandes ciudades.                      
 Claro que los medios de comunicación ocupan un lugar preponderante,  sumado a las grandes migraciones europeas y asiáticas. Excepto en algunas regiones de nuestro interior, donde la transculturación es más lenta. Una  historia  demasiada parcializada, nos ha hecho mirar mas hacia fuera que hacia adentro de nuestro país. Es por eso que, hoy vemos y notamos la pérdida de valores que alguna vez fueron la mejor carta de presentación. Es doloroso perder el sentido de caballerosidad, urbanidad, solidaridad, respeto a las personas, principalmente a los mayores de edad.
En las culturas de nuestros antepasados, el anciano o la anciana, representaban la sabiduría y se los veneraba en el seno familiar y social. Hoy, una persona después de los 45 o 50 años no consigue trabajo. Su experiencia no se toma en cuenta y cuando llegamos  a la vejez,  pasamos a engrosar el depósito de ancianos y muchas veces con el consentimiento de nuestros propios hijos. Aunque por suerte, aún hay muchas  excepciones.


Hemos dicho que la identidad es un hecho de amor. Amor a la familia, al semejante, al medio social, a nuestras tradiciones, a nuestras manifestaciones folklóricas, al legado de nuestros antepasados, a nuestra historia, primordialmente a nuestros símbolos patrios representativos de nuestro país y es un deber lucirlos con orgullo.  De esta manera podemos decir que estamos en concordancia con nuestra identidad.                                                                                                                      
 Porque también  implica fidelidad a estos valores, valores que debemos rescatar y promoverlos para el bien común.
Recordemos que la  tradición no es cosa de anticuados. Es la fuerza y el aliento del pasado en la vida de los pueblos. La tradición es el sustento de la cultura. Si no es fuerte, la tradición se debilita y cae frente a otras culturas dominantes.   
Don Ricardo Rojas decía: “Tradición no es pasado muerto, si no, vida anterior que sobrevive”.
 El hombre que ama sus tradiciones y los lleva encima, ama su cultura y por lo tanto se identifica con su medio.
Nicolás Avellaneda nos da otro ejemplo: “Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden la conciencia de su destino”.
   Ese legado de las grandes culturas que emergieron, evolucionó y se proyectaron en nuestro continente, deben ser rescatados, difundidos y enriquecidos con el aporte de otras que llegaron posteriormente,  para afianzar  la nuestra, no para negarla.
Así como Los Inkas, anexaron infinidad de pueblos a sus dominios, tomaron los hechos culturales significativos para enriquecer la suya, y moldearon de esta manera un poderoso y rico patrimonio cultural cuya filosofía les dio una identidad que  sería digno de imitar. Veamos apenas unos ejemplos. Ama Sua, Ama Llulla, Ama Qella, Ama Auka. Ama Mapa y el Ama Qonqaychu, cuya traducción es: No seas ladrón, no seas mentiroso, no seas haragán, no seas traidor, no seas desprolijo y no olvidarás. Sumados a otros preceptos éticos, morales y axiológicos como: Solidaridad, reciprocidad, fraternidad y hermandad.                                                                                                      

  Qué bueno sería que muchos leyeran la excelente obra del Dr. Juvenal Pacheco Farfán titulado: FILOPSOFÍA INKA Y SU PROYECCIÓN AL FUTURO.
Es decir,  Los Inkas,  consolidaron una identidad acorde a sus tiempos y al medio en que les tocó vivir, en concordancia  con la naturaleza.
Además esa visión de los Inkas, eran compartidos con otras culturas que emergieron en este continente antes de la llegada de Colón.
Hoy se pretende volver a vivir en concordancia con la naturaleza.
Nuestros antepasados, fueron los primeros ecologistas. Es preciso recordar a manera de ejemplo, aquella carta enviada como respuesta del gran Jefe Piel Roja de la etnia “Swamish” Noah Sealth  al entonces presidente de los E.E.U.U. Franklin Pierce  en el año 1855. Este discurso fue calificado universalmente como –Cita el Dr. Pacheco Farfán - “La declaración más hermosa y profunda que jamás se halla hecho sobre el medio ambiente”. Un verdadero ejemplo de amor a la madre tierra. Entre otros conceptos decía: “ Cómo se puede vender o comprar el firmamento o el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire, ni del fulgor del agua. Los blancos deberán saber, que cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria de mi pueblo.  Soy un Piel Roja y no lo comprendo.
Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie del lago, así como el olor del mismo viento purificado por la lluvia del medio día o perfumado con el aroma de los pinos. Para nosotros el aire tiene un valor inestimable, ya que todos los seres comparten el mismo aliento, el animal, el árbol y el hombre. Todos aspiramos el mismo aire.
… Deben inculcar a sus hijos que respeten la tierra, pues ella está enriquecida con la vida de nuestros antepasados. Enseñen a sus hijos los que nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre.



  
          Todo lo que le ocurre a la tierra, les ocurrirá  a los hijos de esta tierra.                                                                             Esto lo sabemos.  La tierra no pertenece al hombre. Si no que el hombre pertenece a la   tierra. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurre a la tierra, les ocurrirá a los hijos de esta tierra.
El hombre no ha tejido la trama de la vida. Él es solo un hilo. Todo lo que le haga a esa trama, se lo hará a sí mismo ”.
Y luego continúa: “ Pero ustedes caminarán hacia su destrucción, rodeados de gloria, inspirados por la fuerza de Dios que los trajo a esta tierra. ¿Dónde está el espeso bosque?
¿Dónde está el águila?  Desapareció.  Termina la vida y comienza la supervivencia”.
Finalmente en este discurso – dice mi gran hermano Tawantinsuyano el Dr. Juvenal Pacheco Farfán,  quien cita todo esto en su magnífica obra - “ Se aprecia un contenido pedagógico y una actitud de docencia cuando afirma: Enseñen a sus hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros; que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de esta tierra”.  “Aquí se cumple  con uno de los principios clásicos de la pedagogía, consistente en que la primera escuela es el hogar  y los primeros maestros, los  padres.”
Estos principios eran propios de casi todas las culturas precolombinas. En nuestro noroeste, como así en el ámbito de las grandes culturas Andino Inkas, aún hoy,  se le rinde culto como deidad protectora a nuestra madre tierra. 
              De allí que es importante rescatar, revalorizar y difundir estos conceptos   éticos morales y axiológicos para pretender responder a una identidad cultural  bien Tawantinsuyana, tal cual nuestros antepasados la tuvieron y vivieron en concordancia con el medio natural que los rodeaba.






Posibilitando el bien común,  identificándonos con las cosas o seres que nos rodean,  en plena armonía universal con la naturaleza.
Esperemos que nuestras jóvenes generaciones, miren un poco mas hacia adentro y un poco menos hacia fuera. Particularmente creo, que están en la búsqueda de esa verdadera identidad.                                                                                        
                                 
La ayuda de las ciencias sociales como la arqueología, la antropología, la etnografía, la etnología, la historia, y las disciplinas  afines,  como la lingüística,  el folklore, etc. Nos mostrarán con el tiempo, un panorama cultural propio de nuestro ser nacional y de nuestros pueblos hermanos de esta región Tawantinsuyana  y Sud Americana,  cuyas raíces se funden en el fondo de nuestra historia común,  y con el conocimiento pleno de nuestros antepasados, su vida y su obra, forjaremos una identidad cultural propia de toda de esta amplia región.

                                                                 ALADO LEOPOLDO TEVEZ.

BIBLIOGRAFÍA:
RICARDO ROJAS, BLASÓN DE PLATA.  Editorial  LOSADA. S.A.   Fecha: 15 – 9 – 1954.
PLÁCIDO EIRALE.  -  EL COSMOS, LA VIDA Y EL HOMBRE.  Opúsculo publicado en la década de 1980. En la ciudad de Tucumán – Argentina.                           
 JUVENAL PACHECO FARFÁN.  -  FILOSOFÍA INKA Y SU     PROYECCIÓN AL FUTURO.   -    Editorial Universitaria de la UNSAAC.  Publicado el 31 de mayo de 1994        
JUAN ANTONIO MANYA AMBUR. – EL RUNA SIMI.  – Publicado por la ACADEMIA DEL IDIOMA QUECHUA.  CUSQO – PERÚ.  Junio 1988.